Los primeros grupos humanos en Andacollo se asentaron hace unos 9.000 años atrás (ca. 7.000 a.C.). Estas poblaciones se caracterizaban por su modo de vida móvil basado en la caza y recolección. Su sustento principal eran los camélidos (guanacos), además de algunos roedores y también aves, que complementaban con la recolección de frutos silvestres como mollaca, pimientos, gramíneas y cactáceas.

Estas personas se asentaban en espacios cercanos a quebradas estacionales de agua y aleros rocosos o cuevas. En aquel momento, los seres humanos comenzaron a ocupar de forma diferenciada el espacio geográfico: por un lado, definieron espacios de trabajo en los cuales efectúan tareas específicas del tallado de piedra para crear sus herramientas (talleres líticos) y, por otro lado, formaron asentamientos residenciales “semipermanentes” en los que desarrollaron el procesamiento de las presas de caza (tratamiento de pieles y preparación de carnes). Además de lo ya mencionado, desarrollaron actividades más prolongadas en el tiempo. Su permanencia en estos lugares se limitaba generalmente a ciertas temporadas, principalmente en la época invernal. El territorio de Andacollo durante este tiempo se convertía en un lugar de paso para estos grupos, que transitaban entre la costa, los valles intermedios y la cordillera.

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